sábado, 20 de marzo de 2010

Me resisto a acrecentar las piedras del camino.

Rechistan las copas de vino al fondo de la sala.
Levanto la mirada,
y se asoma desde el fondo de mi alma mi gran coraza,
que vino a protegerme,
de la inocencia y la audacia.
Creo que me protege del daño ajeno
que pretendo causarme yo misma.

Llamémosle nada.

La pregunta es sencilla. Proteger esconde. ¿Esconder mejora?.

Tengo un escudo que ralentiza los latidos de mi corazón dependiendo de lo que mi mente le indique. Se hace frío, y se forja en paseos invernales al son del borracho de turno que siempre, siempre, se acerca a saludar. Muere a ratos o para siempre. Para siempre es un sueño, a ratos lo cierto.

Y jamás me abandona sin más.

Bendita coraza.

Estoy tan cansada, tan harta y tan acabada,
que la rutina no es más que una parte más de no verte.

No hay comentarios: