martes, 17 de marzo de 2009

ABC

Se destiñe el cabello. Va despertando entre el amasijo de sábanas, estira los brazos hasta tocar cada filo de la cama, gira a su derecha. Recuerda que está sola.

Ya es un nuevo día, se escucha el fondo mañanero, melódico, suave… Y levantarse de la cama es una rutina como otra cualquiera, vestir, lavarse… Preparar algunos documentos sueltos por la habitación, siempre desordenados, que hacen de aquel un hogar. Subir las ventanas y ya se huelen los coches, casi se palpitan las tostadas del bar de enfrente. A veces sonreír al aire hace del día uno más… pero diferente.
Pero hoy no es día de reír. Abrir la ventana dibuja también recuerdos, aquel sofá donde se construyeron sueños, en esa esquina… de ahí algo recuerdo. Abrir los ojos a veces duele, pero hay pocas verdades tan ciertas como cuando algo muere.

Vestí mi cuerpo. Mis ojos. Mis labios. Vestí hasta el gesto de bienvenida que me esperaba en el trabajo…

Buenos días… Ando despacio, soy despistada y creo más en el corazón que en el torpe que me dejaron por cerebro. Estoy siempre despierta y nunca hablo. Hablar es para valientes, y no es mi caso. También aprendí a escuchar, con los dos oídos que me regalaron. Gracias a ellos llegué donde estoy, ni más alta ni más lejos, pero en pie siempre. Y así crezco.

Trabajo en el centro de la ciudad, cerca del restaurante donde perdí mi alma una vez. Más cerca aún de donde recobré el aliento, ni 50 pasos después, y apenas días más lejos. Ni mando ni me dejo. Yo recibo, estudio, y envío donde se precie. Y en eso me dejo como ocho horas diarias, dos de transporte, y alguna de almuerzo.
Me levanto temprano, soy de costumbres baratas, me enseñaron a serlo. Antes de madurar, ya había aprendido. Y no soy alguien por eso. Pero me conozco, ya es un hecho.

El resto del día pasa sereno, mi rutina aburre, probemos algo nuevo:
Hacía años que lo veía pasar por el pasillo que conduce a la sala de reuniones. Era el único capaz de emparejar colores extraños y sin quererlo, ser diferente. Un día se dignó a mirarme, aquel día descubrí todos los túneles que dejaba mi alma hacia el desierto. Temblaba mi cuerpo, chillaba un loco desde dentro mientras otro loco ignoraba tu encuentro. Y los días pasan, pasan todos, y yo te seguía viendo.
En otra ocasión me hablaste, quisiste verme, querías odiarme o estrellar mi corazón al cielo. Sutilidad al volante, despacio, pero sin frenos. Subí tan alto que por aquella época, despertarme, era sólo seguir flotando, siempre lejos. Pude hablar, dibujaste una vida repleta de sonrisas, despistada, derruiste las ventanas de mi cuarto (me levanté viendo la luna, que bien lo recuerdo).

Un día pude besarte. Descubrí la perfección, la belleza, descubrí que existe un Dios, algo más allá de una realidad traslúcida, vigoroso, corpulento, … algo sencillamente irreal. Y es que eso era, imposible. Te lo dicen desde pequeño y no quieres oírlo. Ahora que lo pienso lo entiendo. Como tal, es algo que no existe. Pero como cual… de lo poco que sé, de esto no dudo ni el recuerdo, ni el desenlace.

Al día siguiente te descubrí entre las mantas, poder dibujar una sonrisa con labios ajenos, si hay algo divino lo conozco. Lleva nombre de persona y un traje de esperpento.

Así pasaron los días… o eso creo. Pero hoy me levanté y no estaba. Hay partes que no recuerdo. Sigue todo en su sitio, los folios, la maleta, hasta el peine sigue en el suelo. Recuerdo tantas cosas… que hay partes que no recuerdo. De repente siento frío. Se bajan las persianas, sigo recordando y cada vez más lejos. O más cerca, pero no de mis manos, no cerca de mis ojos. Y ahora que lo pienso… todo ha sido un sueño.

Sé que algo existe, lo llevo dentro. Nada nos sobra, dicen, nada. Y recordar la perfección ya es algo foráneo a mi cuerpo, ya no es mío. Pero aún lo siento.

Y vuelvo a la oficina, y te veo. Ni me miras, ni me alejo. Sales con la mano escondida, de fondo lo veo. Sales con la mujer de tu vida, hacia el restaurante desierto. Y no siento celos, sino frío. De perder lo que tanto quiero. De recordar algo divino… como un gran tormento. Cuando ya, ya no te tengo.

...

Pues nada, aquí estamos... espero que os guste la historia. Ha dupuesto un buen ratejo de inspiración. Pero ya se esfumó :p

Un besote

sábado, 7 de marzo de 2009

Soy un gnomo...



Estos son los bichos que me acompañan cada día desde hace 10 y 9 años... ^^ Me encantan los animales, son geniales wii

No estoy segura de qué hablar. Por pasar, pasan muchas cosas en tantos días sin actualizar

Hace días que no escribo nada, ahora llegó la época de leer. "Los ojos deslumbrados". El libro más viejo que encontré en el piso, probablemente de mi abuelo. Costó 70 ptas jijiji

Y por lo demás... no creo que sea momento para ponerme en plan rollazo a contar las mismas historietas de siempre que engloban a los mismos sentimientos cruzando el paraíso. Sería excesivamente repetitivo.

Hace tiempo que no aparezco por este mundito. ¿Qué tal va todo?.

En unos dias actualizaré en condiciones, cuando mi trayecto facu-gimnasio-piso me lo permita.

Un besazo!