jueves, 3 de junio de 2010


De tanto me arrepiento,
de tanto,
que últimamente me trago las palabras como folios enlatados
y desfiguro con la cara los trazos desconsolados de la vida,
como diluyendo cada sílaba de aliento en mis labios.

De tanto, tanto, me arrepiento,
que no puedo corregir el espanto de mi rostro
cuando pretendo ahogar la rabia de un tiempo desconfiado.

De ser tan débil me arrepiento,
de no ser fuerte ni llevar una capa de coraje en mis manos.

Me siento a mirar por el balcón descalzo,
como si fueras a vivir ahora,
como si nada hubiera pasado.
Debí irme a tiempo,
cuando todo estaba bien,
debí irme cuando era el momento exacto,
y sobraba en el lugar que buscas.

Me arrepiento de todo.
También de mis pasos.

1 comentario:

Cristinaa dijo...

¿¿Qué ha pasao??
No siempre podemos llevar la capa de coraje... a veces somos más débiles de lo que querríamos, pero quizás así consigamos más cosas que no siéndolo...¿no crees?
Un beso fea, y ánimo :)