viernes, 18 de junio de 2010

Me cuenta mi alma que ando despistada,
que acuso a mi corazón de idiota,
a mi alma de descarrilada.
Me cuenta mi alma que he perdido el sueño.
Poco a poco se va esparciendo. Se van esparciendo
todos mis sueños.









-----------(Te recuerdo, abuelo)----------

sábado, 12 de junio de 2010

Acabo de desconectar completamente, y mandar a freír espárragos mis ganas de estudio.

Me asalta mi gran pregunta...

¿Dónde queda esa línea entre responsabilidades y un poquito de locura?
Hasta dónde es lógico aguantar,
y cuándo hay que terminar todo.

¿Dónde queda la cuesta de enero si ya estamos a junio y no se termina?.
Quizás quede tiempo o el tiempo se esté agotando.


Es el momento preciso para tomar una decisión rotunda.
Pero el veredicto sigue esperando el paso del tiempo.

Se resquebrajan los latidos, moribundos,
que ya no disciernen los días ni los llantos.
Se aparta el mundo, separándose a fuerza bruta de mis ojos,
empujan con brazos gigantes y se agotan mis manos
(que pretenden evitarlo).


La cuesta, o la calma.
Es sólo una decisión. Y el tiempo también toma decisiones.





-----------(Te recuerdo, abuelo)----------

jueves, 10 de junio de 2010

Me siento rara.

Debería pasar los días llorando,
o triste, muy triste.

Pero no, no exactamente.

Me siento rara,
y me falta un abuelo.

domingo, 6 de junio de 2010

Todavía no se han levantado las barreras que le digan al genio: "De aquí no pasarás".

No hay muros
donde las paredes se hacen transparentes.

jueves, 3 de junio de 2010


De tanto me arrepiento,
de tanto,
que últimamente me trago las palabras como folios enlatados
y desfiguro con la cara los trazos desconsolados de la vida,
como diluyendo cada sílaba de aliento en mis labios.

De tanto, tanto, me arrepiento,
que no puedo corregir el espanto de mi rostro
cuando pretendo ahogar la rabia de un tiempo desconfiado.

De ser tan débil me arrepiento,
de no ser fuerte ni llevar una capa de coraje en mis manos.

Me siento a mirar por el balcón descalzo,
como si fueras a vivir ahora,
como si nada hubiera pasado.
Debí irme a tiempo,
cuando todo estaba bien,
debí irme cuando era el momento exacto,
y sobraba en el lugar que buscas.

Me arrepiento de todo.
También de mis pasos.
Un corazón débil con una sonrisa gigante.
Me quedo con la sonrisa,
con las ganas y los ánimos.
Me quedo con una gran despedida y algún miedo.

Todo lo meto en la mochila antes de darte el último adiós.


Digamos, por ejemplo, hasta pronto.


Hasta pronto, abuelo.