Pasos de hurones desteñidos
invaden mis sueños.
Se cae la cortina del dormitorio,
amanecen pequeños destellos de alma más allá.
Se oye con rotundidad el latido, latido
que marca mis labios.
Al unísono, despierto...
¡Grito!.
Callo.
(No, no y no. No me gustan las pesadillas. Ni antes, ni ahora, ni nunca.)
3 comentarios:
Las pesadillas... cuán tormentosas pueden ser.
Y a quien le pueden gustar las pesadillas . un beso ¡¡
Ricardo: Y que lo digas... sobre todo si la pesadilla ocurre con los ojos abiertos :p
Lara: Seguro que hay algún sádico por ahí... Pero no es nuestro caso, por lo que veo.
Gracias, un saludo :D
Publicar un comentario